martes, 3 de marzo de 2009

Sospechan de nosotros, de Luis García Montero


Sospechan de nosotros. Ha pasado

el primer autobus, y nos sorprende

en el lugar del crimen,

desatados los cuellos y las manos

a punto de morir, abandonandose.


Nos da el alto la luz,

entimos su revolver por la espalda,

demasiado indeciso,

su temblor en nosotros, encubierto

bajo el pequeño bosque de las abanas.

¡Corre!

¡Coge el amor y corre cuerpo adentro!

Hay un desfiladero sin leyes en los labios,

un laberinto ardiendo de salidas.

Mira tu corazón o tu cintura,

ese castillo en alto

que mis muslos coronan como un lago de niebla.


¡Corre!

Atiende solo al viento de la piel

pasando y regresando,

y que suenen laqs rafagas,

que suenen los disparos,

que las sirenas suenen a tu espalda.


Luis García Montero

miércoles, 25 de febrero de 2009

En paz

En paz
Artifex vitae, artifex sui
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo,
Vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

lunes, 23 de febrero de 2009

Poema

Era un café y estábamos charlando.
Un extraño café de gigantescas sillas
con unos veladores diminutos.
A nuestro alrededor rostros borrosos
o, más exactamente, unos hombres sin rostro;
y así no me extrañó todo el silencio
de aquel local de espejos infinitos.
No puedo recordar de qué charlaba,
pero sí mi alegría y la viveza,
sin duda exagerada, de mis gestos.
Él me dejaba hablar, indiferente
a toda la pasión que había en mis palabras.
De repente me dijo con voz bronca:
¿Y tú que harás ahora que estás muerto?
Al principio no supe comprenderle,
tan estúpido aquello, tan falto de sentido,
y volví la cabeza. En los espejos
quise mirar mi rostro, pero era el de mi padre
el que veía en ellos. ¿Al fin te has dado cuenta?
¿De qué?, le pregunté. De que eres un sueño,
hijo mío.

jueves, 19 de febrero de 2009

Al oído, de Alfonsina Storni


Al oído



Si quieres besarme.....besa

-yo comparto tus antojos-.

Mas no hagas mi boca presa..

bésame quedo en los ojos.

No me hables de los hechizos

de tus besos en el cuello...

están celosos mis rizos,

acaríciame el cabello.

Para tu mimo oportuno,

si tus ojos son palabras,

me darán, uno por uno,

los pensamientos que labras.

Pon tu mano entre las mías...

temblarán como un canario

y oiremos las sinfonías

de algún amor milenario.

Esta es una noche muerta

bajo la techumbre astral.

Está callada la huerta

como en un sueño letal.

Tiene un matiz de alabastro

y un misterio de pagoda.

¡Mira la luz de aquel astro!

¡la tengo en el alma toda!

Silencio...silencio...¡calla!

Hasta el agua corre apenas,

bajo su verde pantalla

se aquieta casi la arena...

¡Oh! ¡qué perfume tan fino!

¡No beses mis labios rojos!

En la noche de platino

bésame quedo en los ojos



Alfonsina Storni (1892-1938)

miércoles, 18 de febrero de 2009

Poemas de Lorca


EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA
Amor de mis entrañas, viva muerte,

en vano espero tu palabra escrita

y pienso, con la flor que se marchita,

que si vivo sin mí quiero perderte.


El aire es inmortal. La piedra inerte

ni conoce la sombra ni la evita.

Corazón interior no necesita

la miel helada que la luna vierte.


Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,

tigre y paloma, sobre tu cintura

en duelo de mordiscos y azucenas.


Llena, pues, de palabras mi locura

o déjame vivir en mi serena

noche del alma para siempre oscura.

ALBA

Mi corazón oprimido
Siente junto a la alborada
El dolor de sus amores
Y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
Semilleros de nostalgias
Y la tristeza sin ojos
De la médula del alma.
La gran tumba de la noche
Su negro velo levanta
Para ocultar con el día
La inmensa cumbre estrellada.
¡Qué haré yo sobre estos campos
Cogiendo nidos y ramas
Rodeado de la aurora
Y llena de noche el alma!
¡Qué haré si tienes tus ojos
Muertos a las luces claras
Y no ha de sentir mi carne
El calor de tus miradas!

¿Por qué te perdí por siempre
En aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
Como una estrella apagada.
TENGO MIEDO A PERDER LA MARAVILLA
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.

Federico García Lorca 1898-1936)

sábado, 14 de febrero de 2009

El niño que ya no soy, de Gabriel Celaya

El niño que ya no soy

Logré el uso de razón.
Perdí el uso del misterio.
Desde entonces, la evidencia,
siempre rara, me da miedo.

Me da miedo cuando ladra
en la perrera mi perro.
Quizá me esté saludando.
Mas no lo entiendo. No entiendo.

El niño que fui recuerda.
Me trabaja como un hueco.
El niño que fui me llama
a gritos con su silencio.

Me he mirado en mis retratos,
de marinera, riendo
con rizos rubios y un aire
impertinente y despierto.

¿Quién eras tú? ¿Qué sabías?
Ahora sólo siento sueño.
Me aturde tu desafío
y tu risa me da miedo.

Ya no puedo, sin romperlos,
atravesar los espejos.
Mi sistema no funciona
como solía. Lo siento.

Si funcionara, quizá
no escribiría estos versos.
Lloraría de otro modo.
Lo diría todo en perro.

Pero me creo que soy
algo más que un niño muerto,
y como estoy medio calvo
me hago bucles con mis versos.

Gabriel Celaya (1911-1991)

viernes, 13 de febrero de 2009

Te quiero, de Luis Cernuda


Te quiero.



Te lo he dicho con el viento,

jugueteando como animalillo en la arena

o iracundo como órgano impetuoso;



Te lo he dicho con el sol,

que dora desnudos cuerpos juveniles

y sonríe en todas las cosas inocentes;



Te lo he dicho con las nubes,

frentes melancólicas que sostienen el cielo,

tristezas fugitivas;



Te lo he dicho con las plantas,

leves criaturas transparentes

que se cubren de rubor repentino;



Te lo he dicho con el agua,

vida luminosa que vela un fondo de sombra;

te lo he dicho con el miedo,

te lo he dicho con la alegría,

con el hastío, con las terribles palabras.



Pero así no me basta:

más allá de la vida,

quiero decírtelo con la muerte;

más allá del amor,

quiero decírtelo con el olvido.



Luis Cernuda (Sevilla, 1902 - México, D.F.,1963)

jueves, 12 de febrero de 2009

Poema de Leopoldo Lugones

El mar lleno de urgencias masculinas
bramaba alrededor de tu cintura,
y como un raso, colosal, la oscura
rivera te amparaba. En tus retinas
y en tus cabellos y en tu astral blancura,
rieló con decadencias opalinas
esa luz de las tardes mortecinas
que en el agua pacífica perdura.
Palpitando a los ritmos de tu seno
hinchóse en una ola el mar sereno;
para hundirte en sus vértigos félinos,
su voz te dijo una caricia vaga,
y al penetrar entre tus muslos finos
la onda se aguzó como una daga.

Leopoldo Lugones (1874 - 1938)

Deseo, de Sergio Pérez Macías

DESEO

Todo lo que de ti quisiera
es tan poco en el fondo
conformarme como un niño chico
sólo con tu sonrisa y tu batir de alas.
Quedarme con esas cosas
insignificantes y quotidianas.
Con el primer beso de cada mañana
con mis manos sobre las tuyas
ayudándote a desnudar.

Quedarme absorto
absorbiendo el aroma a piel dormida
y seguir midiéndo mis deseos entre tus piernas
y sobre todo ver.
Tener salud y suerte
para poder verte.
Todos los días de mi vida, aprendiendo
y sin rechistar.

Quedarme atento a cada una de tus palabras,
las que pronuncias con amor,
y las que arrojas contra mí
en los días de furia.

Seguir queriendo la convivencia,
las sábanas limpias.
El tenerte que despertar por las mañanas
para acudir a las responsabilidades de la vida.

Quedarme borracho bebiendo tus ocurrencias
y doblando la ropa que no alcanzaste a guardar,
hacer la cama con esmero
y pensar en las luchas que están por luchar,
y quedarme sin nada por dártelo todo,
y caminar desnudo por las calles,
y atrapado sólo con tu amor y nada más.

Todo eso que es tanto y es tan poco
yo lo quiero para mí.

Sergio Pérez Macías

miércoles, 11 de febrero de 2009

Traje de luces, de Tania Alegría

TRAJE DE LUCES

Exhibe traje de luces
tu reflejo en mi mirada
mientras tu afán me desnuda.
Moreno, coge mi enagua,
es de fibra color rojo
sirve de muleta y capa.

Son las cinco de la tarde
en punto en mis almohadas.

Ven a lidiar con bravura
este toro de mis ansias,
que el duende de los toreros
está montado en tu espalda.
Ya se escucha el paso doble d
e mi sangre alborozada.

Son las cinco de la tarde
en el reloj de mis sábanas.

Atráeme en la verónica,
que me cimbreo en las largas, a
l quiebro, al sesgo, de frente,
en cualquier suerte me matas:
acopla en pase de pecho
y, al encuentro, la estocada.

Son las cinco de la tarde
en las faenas del alma.

Poema de Ángel González



Me he quedado sin pulso y sin aliento

Me he quedado sin pulso y sin aliento

separado de ti. Cuando respiro,

el aire se me vuelve en un suspiro

y en polvo el corazón de desaliento.

No es que sienta tu ausencia el sentimiento.

Es que la siente el cuerpo. No te miro.

No te puedo tocar por más que estiro

los brazos como un ciego contra el viento.

Todo estaba detrás de tu figura.

Ausente tú, detrás todo de nada,

borroso yermo en el que desespero.

Ya no tiene paisaje mi amargura.

Prendida de tu ausencia mi mirada,

contra todo me doy, ciego me hiero.



Ángel González (Oviedo 1925Madrid 2008)

Poema

ESTADOS DE ÀNIMO

Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas.

Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano.

A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas.
Pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde
te acerques y te mires,
te mires al mirarme.
Mario Benedetti

martes, 10 de febrero de 2009

Poema de Gloria Fuertes


A veces quiero preguntarte cosas,

y me intimidas tú con la mirada,

y retorno al silencio contagiada

del tímido perfume de tus rosas.



A veces quise no soñar contigo,

y cuanto más quería más soñaba,

por tus versos que yo saboreaba,

tú el rico de poemas, yo el mendigo.



Pero yo no adivino lo que invento,

y nunca inventaré lo que adivino

del nombre esclavo de mi pensamiento.



Adivino que no soy tu contento,

que a veces me recuerdas, imagino,

y al írtelo a decir mi voz no siento.



Gloria Fuertes

lunes, 9 de febrero de 2009

Poema de Julia de Burgos

Canción amarga
Nada turba mi ser, pero estoy triste.
Algo lento de sombra me golpea,
aunque casi detrás de esta agonía,
he tenido en mi mano las estrellas.
Debe ser la caricia de lo inútil,
la tristeza sin fin de ser poeta,
de cantar y cantar, sin que se rompa
la tragedia sin par de la existencia.
Ser y no querer ser? esa es la divisa,
la batalla que agota toda espera,
encontrarse, ya el alma moribunda,
que en el mísero cuerpo aún quedan fuerzas.
¡Perdóname, oh amor, si no te nombro!
Fuera de tu canción soy ala seca.
La muerte y yo dormimos juntamente?
Cantarte a ti, tan sólo, me despierta.
Julia de Burgos

Poemas de Bécquer


ALGUNA VEZ LA ENCUENTRO POR EL MUNDO

Alguna vez la encuentro por el mundo
y pasa junto a mí;
y pasa sonriéndose y yo digo:
¿Cómo puede reír?

Luego asoma a mi labio otra sonrisa,
máscara del dolor,
y entonces pienso: —Acaso ella se ríe,
como me río yo.

VOLVERÁN LAS OSCURAS GOLONDRINAS
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aun más hermosas,
sus flores se abrirán;
pero aquéllas, cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido.... desengáñate
¡así no te querrán!

Gustavo Adolfo Bécquer (1868)

Poema de Antonio Machado


Soñé que tú me llevabas


Soné que tú me llevabas

por una blanca vereda,

en medio del campo verde,

hacia el azul de las sierras,

hacia los montes azules,

una mañana serena.


Sentí tu mano en la mía,

tu mano de compañera,

tu voz de niña en mi oído

como una campana nueva,

como una campana virgen

de un alba de primavera.


¡Eran tu voz y tu mano,

en sueños, tan verdaderas!...


Vive, esperanza, ¡quién sabe

lo que se traga la tierra!


Antonio Machado (1875-1939)

Alerta


ALERTA



Lo que venga vendrá igual.

No importa si hoy me quieres tú más

O si soy yo quien te supera amando:

Lo oscuro que aguarda inquieto

Y callado tras una esquina

Nos arrebatará igualmente una noche.

Cualquier plan que hayamos podido imaginar,



Da igual si fuiste tú la heroína de la película.

O si yo fui la toalla arrojada

en el primer round:

La vida echará igualmente

nuestra puerta abajo

Y sin previo aviso nos absorberá la conciencia

Para arrojarla al mar,

y allí,

al continuo nacimiento y muerte de las olas,

Nuestras penas y alegrías morirán.



Lo que venga vendra igual,

y puede que no venga nada

y que eso sea todo,

pero camas, fugas y besos,

de eso, nunca nos faltará.

domingo, 8 de febrero de 2009

Un poema de J.A. Alzugaray


Locura de soñar


Si un ángel del cielo viniera

a concederme la gracia de un deseo,

no habría nada que mi ilusión pidiera,

sólo verte así, como te veo...


Es que te veo como un sueño,

del que no quiero despertar,

te miro te observo, te imagino,

y una vez más vulevo a soñar...


Y aunque seas sólo un sueño,

algo que nunca va a pasar,

en mi sueño soy tu dueño

y eso hace mágico el soñar...


Por eso volando en este sueño,

a bordo de esta locura de soñar,

yo sueño con tus ojos, con tu boca,

y me conformo con soñarte y esperar…

Juan Leandro Alzugaray (1960)

Poemas de Pablo Neruda


Tu Risa

Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire,
pero no me quites tu risa.

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mi todas
las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, por que tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.

Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera
pero tu risa nunca
porque me moriría.

Poema 20
PUEDO ESCRIBIR LOS VERSOS MÁS TRISTES ESTA NOCHE

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: “La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
ESCLAVA MÍA

ESCLAVA mía, témeme. Ámame. Esclava mía!
Soy contigo el ocaso más vasto de mi cielo,
y en él despunta mi alma como una estrella fría.
Cuando de ti se alejan vuelven a mí mis pasos.
Mi propio latigazo cae sobre mi vida.
Eres lo que está dentro de mí y está lejano.
Huyendo como un coro de nieblas perseguidas.
Junto a mí, pero dónde? Lejos, lo que está lejos.
Y lo que estando lejos bajo mis pies camina.
El eco de la voz más allá del silencio.
Y lo que en mi alma crece como el musgo en las ruinas
POEMA 15
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
POEMA 11
Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.
Es en ti la ilusión de cada día.
Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.
He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto, como un viaje.
Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.
* * * * * *
Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.
Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría
amarte, amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
amarte más. Y todavía
amarte más
y más.
Ricardo Eliezer Neftalí Reyes Basoalto (Pablo Neruda)
(
Parral, 1904 - Santiago de Chile, 1973)